ACERICOS. Número 8/Noviembre 2009

PARA LETRAS

Sin vergüenza. Carmen Herrera.

Silencio. Mª Luisa Viu Blanch.

DESEO. Miriam Palma.

Podría. Fran Nuño.

Podríamos. Irene Nárdiz.

Ahora, amor mío. Lola Crespo.

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SIN VERGÜENZA

Me desnudo y me desgarro porque quiero y cuando quiero.
Por eso lo hago aquí.

Desnudita.
En mis palabras.

Mis palabras
narcisistas
provocadoras
exhibicionistas
onanistas
egocéntricas
íntimas, sí, eso: íntimas
–hermosa palabra, del latín intimus: superlativo de interior –.

Cuando escribes tienes dos opciones: mostrar tu desnudez o tus ropajes;
aunque yo creo que los que intentan ocultar su desnudez y presentarse ante los otros con sus mejores prendas algunas veces son mucho más impúdicos.

Si esto es poesía es porque tú lo lees, no porque yo lo escribo.
Yo, simplemente, escribo porque me sale del mismísimo.

Sin vergüenza.

Carmen Herrera

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Silencio, voces rotas
más silencio,
emerge el zumbido
de la ruptura cual
sonido de cristales rotos.
Miro dentro de mí
y sólo hay una caverna
vacía, hueca, incendiada
por el recuerdo de una bandada
de letras desordenadas.
Pugna mi alma por salir
a la luz, por abrirse paso
a través del caos.
Lucha contra la oscuridad
y vence a la ansiedad insensata del ser.

María Luisa Viu Blanch

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DESEO

Humedad. Piel desperezándose.
Beberse un olor.
Empaparse en ese su sudor ansioso de ser reconocido.
Desasosiego que danza confundido con una promesa,
respuesta que bulle, ávida,
sobre un cuerpo, un sexo, unos labios
unos pezones que se ofrecen sin que la voz sea capaz de doblegarlos.
Instantes nutridos de la animal destreza de lenguas maestras
Dedos componiendo recónditos despertares. Gozo. Olvido. Apertura.
Deseo.

Miriam Palma

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Podría poner un pie
al otro lado de la palabra
que no nos atrevemos hacer nuestra.

Podría encender letreros
que parpadeen
fechas y razones.

Podría soltar en libertad
peines en cámara lenta
que siempre se esconden
entre la flora del disimulo.

Podría construir
calles de único sentido.
y pronunciar tu nombre
en cada puerta entrecallada.

Podría hacer todo eso,
quizás en sólo una tarde,
o en sólo un abrir de inquietudes.

Y si no lo hago
es porque sigo en mi empeño
de seguir deshilachándote
tu estampado mal cosido.

Fran Nuño

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PODRÍAMOS

Podría ser mejor persona.
Tal vez la culpa sea mía.

Es cierto que fui yo la primera en irme a dormir aquella última noche
y que no dejé la luz del final del pasillo encendida para que no tropezaras en la oscuridad como había hecho siempre.
Que me levanté a la mañana siguiente y desayuné sin interesarme en saber si tú querías comer algo.
Que me marché y di un portazo, sin llevarme, resbalando por la nuca mi ración diaria de besos.
que fui yo, la que quitó tu cepillo de dientes del baño y quien dejó abiertas las ventanas de la casa todo el día para que tu voz dejara de habitar las paredes de mi casa.

Antes de que termines de marcharte, deja que te diga una cosa:
podrías ser mejor persona…
Tal vez la culpa no sea mía.

Porque también fui yo la que se durmió noches y noches esperando oir el sonido de tus llaves como cuando llegas y entras,
la que se despertó mil veces en mitad de la oscuridad sintiendo intacta tu parte de la cama,
pero tú, el que decidió, dejar en el baño, sólamente, tu cepillo de dientes y tus rechinadas voces arañando las paredes.
Fuiste tú, todo este tiempo, el que se marchaba dejando sonar la puerta, mientras se cerraba tras de ti, como una unión extraña de duda y de lamento, por no saber si volverías.

Eso, también es cierto.

Irene Nárdiz

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Ahora, amor mío, una vez que ya conseguimos
comunicarnos de esta forma civilizada
-qué gran invento son estos post it de nevera
que usamos diariamente a modo de foro en red,
tipo pregunta-respuesta, cascada a color
de nuestras necesidades reciclables íntimas-.

Ahora, amor, que ya hemos conseguido hacer
compatibles los horarios- cómica tragedia
quirúrgica-, construir este mecano a medias,
remix casero de Cruz de Navajas. Ahora,
amor, yo creo que es hora de la despedida,
eso sí, con esta satisfacción del trabajo
bien hecho:

si tuvimos faltas de ortografía
nunca nos las corregimos; si empleamos siglas
o abreviaturas, fueron siempre en común acuerdo.

Nunca nos dejamos por responder una nota
ni de escribirnos diariamente. Y, ya ves, a tu:
«te dejo el pollo asado listo en el microondas»
le seguía mi «ya he bajado la basura
orgánica y hay rollos de papel higiénico
de sobra en la parte baja del mueble del baño».

Ahora, amor, que estamos más unidos que nunca
por este papelito pegado a un frigorífico
de cinco estrellas, creo que es hora de tomarnos
este merecido y codiciado descanso
con una despedida grande y en mayúsculas,
propia del mejor cine norteamericano:

THE END

Lola Crespo

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